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Aulas con corazón

Las emociones y la creatividad están presentes en cualquier situación de aprendizaje que se genere en el aula y fuera de ella. No se entiende un aprendizaje donde la persona no movilice sus propias emociones y desarrolle todo su potencial creativo. Por esta razón, esta formación tiene que ser vista, no solo como un espacio y un tiempo específico en el horario escolar para tratar estos aspectos, sino sobre todo, como una oportunidad para que las emociones y la creatividad impregnen todas y cada una de las asignaturas de cada etapa escolar.

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El profesorado juega un papel fundamental en la interacción establecida con los niños y las niñas y además, es importante el rol del docente o la docente como guía, manteniendo en todo momento un planteamiento educativo y reflexivo que ayude a pensar, planteando multitud de retos, dudas, etc., y ofreciendo probabilidad de éxito. En este sentido, se propone que el equipo docente se forme en Educación Emocional para que, posteriormente, acompañe al alumnado en el proceso de gestión de sus emociones, ayudando a que sean las niñas y los niños mismos quienes elaboren o regulen la emoción a través del propio acompañamiento, de cuentos, de juegos, de los múltiples lenguajes, o del movimiento.

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La Educación Emocional incide directamente y de forma integradora en la inteligencia emocional (intra e interpersonal) y en la creatividad. La inteligencia emocional y la creatividad son, entonces, capacidades que se desarrollan y se educan para aumentar el bienestar personal. El alumnado que es confiado, asertivo, resiliente, original, innovador, audaz, equilibrado, tiene más éxito en la escuela y en la vida. 

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Desde la Educación Emocional las niñas y los niños aprenden a reconocer, regular y desarrollar su mundo emocional y creativo de manera afectiva y efectiva para procurarse un sistema de pensamiento que les ayude a tomar decisiones adecuadas según su desarrollo psicoevolutivo.

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